La primera vez que escuché que el optimismo puede llegar a ser un problema, lo escuché de un optimista. Es contra-intuitivo, pero creer ciegamente que las cosas siempre van a estar bien puede impedir que actuemos para que así sea.

Por lo tanto, como todo en la vida, el valor del positivismo también está sujeto al balance. “Los pesimistas se quejan del viento, los optimistas esperan a que pase, y los realistas ajustan sus velas”. Esta frasecita de William Arthur Ward me parece útil para ayudarnos a navegar. Al ‘realista’ de la frase, lo considero un ‘optimista oportuno’, lleno de resiliencia y adaptabilidad, sensible a su contexto y proactivo para capitalizar las oportunidades. 

Pienso que enfrentar los obstáculos con la actitud correcta fomenta el tipo de optimismo ideal: ese que nos hace sentirnos capaces de salir con un buen resultado. Douglas Malloch tiene un poema con el que se hizo famoso, Good Timber, donde argumenta que sólo los árboles que tuvieron competencia de otros árboles, y que pelearon por tener sol, cielo, aire y luz crecieron para ser realmente grandes. Los árboles que siempre lo tuvieron todo, se quedaron estancados, como arbustos.

Creo que todo optimista oportuno trabaja para darse la razón. Como decía Henry Ford: Si crees que puedes, o si crees que no puedes, seguramente tienes razón.