Hace un par de años tuve la oportunidad de ir al Summit de Singularity University en San Francisco. De todos los insights y perspectivas que me traje respecto al nuevo contexto mundial y el cambio exponencial que viene para los próximos años, me llamó la atención un concepto que se explica de forma muy sencilla a través de una analogía:

 “en un estado constante de ‘desestabilización’, la nueva forma de estabilidad tiene que ser dinámica, muy parecido a andar en bicicleta. La humanidad tiene que aprender a vivir en este estado”.

Eso me recuerda a la idea de que todo business plan debe parecerse menos a un cohete a la luna, y más a manejar un auto. Mientras en el primer escenario se pretende calcular con absoluta precisión el plan para ir de un punto al otro (sin margen de error), al ir manejando un auto, hay que ir haciendo pequeñas maniobras para sacarle la vuelta a los obstáculos; frenar en los altos, cambiar de carril, bajar la velocidad para dejar cruzar a los peatones, o seguir las instrucciones de un agente de tránsito. 

Tuve un profesor de estrategia muy brillante, que decía que ‘el Excel es el principal responsable de los negocios fallidos en el mundo’. En otras palabras, “el papel aguanta todo”. En realidad, el business plan debe ser solamente un punto de partida, que lejos de pretender acertar, debe considerarse un ‘documento vivo’.  Bien dice la sabiduría militar que “no hay plan que sobreviva contacto con el enemigo”—esto es, puedes tener el plan perfecto (en el papel), pero todo cambia en cuanto empiezan los disparos. Tener un plan es recomendable, pero seguirlo al pie de la letra, no lo es.